El Juego de Té Maldito: Compraron la Vajilla con que Yiya Murano Envenenó a sus Amigas

Crónica de un "negocio" insólito. Un empresario de Comodoro Rivadavia, que ya tenía un auto turbio de Susana, compró el juego de té con el que Yiya Murano mandó a mejor vida a tres amigas. El hijo de la "Envenenadora" finalmente cerró la venta.

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Por Canchita Funes

Vea, amigo lector, hay gente que colecciona estampillas, otros coleccionan camisetas de fútbol. Y después está este empresario de Comodoro Rivadavia, que parece coleccionar objetos que tienen más historias oscuras que un túnel de subte. El hombre acaba de comprar la vajilla con la que María de las Mercedes "Yiya" Murano (la famosa "Envenenadora de Monserrat") mató a tres de sus amigas.

La escena fue sobria, en una escribanía, donde se cerró la transacción entre el comprador, José Perrucio, y Martín Murano, el hijo de la mujer que en 1979 decidió que un té con cianuro era la mejor forma de resolver un problema de deudas.

El juego de té, claro, no es una simple pieza de porcelana; es un símbolo criminal de alto calibre, el recipiente donde se sirvió el veneno a Lelia Formisano, Nilda Gamba y Carmen Zulema del Giorgio.

El hijo de Yiya, Martín, ya había intentado subastar la vajilla en 2023, diciendo que el dinero iría a una institución que rescata perros y gatos. Un gesto noble para un objeto tan siniestro, que había recibido ofertas de hasta 10.000 dólares. Pero la subasta se cayó y, finalmente, el empresario patagónico puso la plata sobre la mesa.

El Coleccionista de Polémica

Y aquí viene el detalle jugoso que solo pasa en este bendito país: el comprador no es un improvisado. Este mismo señor de Comodoro Rivadavia ya se había hecho famoso en los 90 cuando compró, en una subasta fiscal, un Mercedes Benz que había pertenecido a Susana Giménez.

Ese auto de Susana, como si fuera poco, venía con polémica de regalo, ya que estaba envuelto en líos por una presunta importación fraudulenta. O sea, el hombre tiene un curriculum de comprar objetos caros que vienen con un maletín de controversias.

Así, la compra del juego de té de Yiya no es solo una adquisición de valor simbólico; es la reactivación de uno de los casos policiales más recordados, ahora con un nuevo dueño que, si sigue así, pronto va a tener que abrir un museo de reliquias mediáticas y judiciales.